jueves, 4 de agosto de 2011

Categorías TOP en argentina… ¿TOP?

Como dice siempre el “flaco Traverso”, el proyecto inicial de la TOP RACE, en su origen era con autos difíciles de manejar, potentes, con poca carga, y que pusiesen un verdadero desafío ante pilotos consagrados.

Lejos de esto está la categoría, con autos más orientados a ser manejados sin complicaciones por quien pueda conseguir el presupuesto. En síntesis, emparejar para abajo, antes que exigir realmente dotes excepcionales.

Si miramos más detalladamente, el mal No-Top parece haber cundido en las categorías mayores de nuestro automovilismo deportivo. Potencias limitadas, generosas cubiertas y mucha carga. La única y honrosa excepción es el TN, que ofrece simultáneamente los mejores duelos, grandes espectáculos, y una singularidad: “genuina” pelea de marcas entre autos que debajo de la carrocería poseen motores originales. Un reglamento dinámico ha sido capaz de mantener el equilibrio y el nivel de competencia. Realmente sobresalen los habilidosos.

¿Por qué mantener este perfil No-Top en las categorías mayores? ¿Alcanza simplemente como justificación la economía, o dicho de otra forma “el negocio”?

¿Por qué nos acostumbramos a escuchar de boca de nuestros pilotos (Pato Silva), expresiones que los autodefinen como “simples choferes”? Más allá de las simpatías ¿dónde están nuestros ídolos? Una rápida mirada remontando la memoria a lo largo de los últimos cuarenta años de automovilismo argentino, me devuelve imágenes contradictorias. En síntesis, siento que mientras la tecnología evoluciona en prestaciones y seguridad intrínseca de los autos, se involuciona en aspectos humanos, respeto, códigos y hasta proyección internacional de nuestras figuras.

No cuidamos ni valoramos lo esencial, las personas están subvaloradas respecto a valores económicos, y realmente “duele” que los pilotos se sientan simples choferes. Lejos parece esto del artista sutil del volante, del intérprete finísimo capaz de sacar lo mejor de un auto difícil… indócil.

Mientras hoy se analiza la posibilidad de llevar los motores del TC2000 a una versión (nuevamente mono-marca) de 430 HP, lo primero que se escucha es la dificultad que presentará manejar los autos actuales con este incremento, y no las voces de alegría de quienes sientan el nuevo desafío como un medio para crecer y brindar lo que la gente (no solo Traverso), viene deseando desde hace tanto tiempo.

Fuera de esto, la pregunta técnica que me hago es la siguiente: Si como parece, Berta no formará parte de este proyecto, ¿cómo piensan manejar y mantener semejante cantidad de motores sin una gran factoría local como soporte?

¿Habiendo pasado un tiempo mono-marca-motor, no hay en el mundo algunos motores originales de altas prestaciones que puedan ser adaptados por las marcas de origen para colocar en las entrañas de sus carrocerías? ¿No permitiría esto repartir el esfuerzo entre varios, en lugar de quejarse todos de manera sistemática apuntando al proveedor cada vez que se para un motor?

Nuestros queridos y venerables TC, cuyas formas salieron de tableros de dibujo hace cinco décadas, ¿seguirán manteniendo estas formas y motores?, o en algún momento blanquearán su concepción de prototipos y evolucionarán un paso más? Las grandes marcas mundiales siguen teniendo hoy exponentes de calle que perfectamente podrían caer en la denominación de “Turismo Carretera”, pero con prestaciones que –salvo la velocidad de curva- superan a los TC (como expresara Traverso culminando en el desafío). Chevrolet, Ford y Dodge de grandes prestaciones hay y habrá siempre. Para el Torino… seguro que la picardía criolla le encontrará alguna vuelta.

En cuanto a los “prototipos”… recuerdo cuando por decisiones que no compartí, vi quedar cubiertos bajo el polvo autos de la generación del “Trueno Naranja”, los “Huayra” y otros exponentes. Un retroceso evolutivo, y me parece que una pérdida para quienes amamos este deporte. Estamos a tiempo para generar algo que agregue una categoría “realmente TOP” a lo que podemos disfrutar cada fin de semana.

Las preguntas quedan a la espera de respuestas.

Luis A. Buccino

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