viernes, 23 de marzo de 2012

Atreverse a soñar… con reservas.

Los argentinos “tuercas” venimos desde hace décadas sufriendo un síndrome peligroso: Cada vez que nos atrevemos a soñar, vemos nuestros sueños estrellarse y hacerse añicos contra las más crudas realidades. Por lo general, realidades económicas que se yerguen cual murallas insalvables frente a los deseos de nuestros más capaces pilotos, pugnando por mostrar su capacidad a nivel internacional.

La vergonzante historia de “Pechito” pagando una butaca que terminó siendo una estafa para él y todos los que se ocuparon e invirtieron energías y dinero, fue algo que no podré olvidar nunca. Las demoras y frustraciones de Guerrieri que luego de demostrar sobradamente su impresionante capacidad no podía juntar un ”magro” presupuesto, se veían hasta hace días como la frutilla de una triste torta…

Leyendo hace minutos que Esteban lograba el “uno” en los ensayos por sobre su “archirrival”, sentí estar contemplando un sueño. No solamente el sueño de un joven argentino que demuestra lo que todos saben sobre sus dotes, sino el de todos los apasionados de nuestro país que lo conocemos, lo apreciamos, disfrutamos de su capacidad y su don de gentes.

Como apasionado me alegra ver que nuestro inmenso semillero genera pilotos de excelente nivel internacional. Extraño la época del Lole, y las historias de Fangio y Froilán no se alejan nunca de mi mente. En tanto, lamento ver el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires quedarse en el tiempo, y ser incapaz de albergar hoy a la “Máxima” si no se lo actualiza… y mientras tampoco cambien los egoísmos políticos de turno. Me resulta incomprensible en los mismos términos ver que se prefiere un ilógico callejero en Mar del Plata, antes que un absolutamente incomparable y bien reputado internacionalmente “Potrero de los Funes”, que calificaría con mínimas obras de infraestructura adicionales. No apruebo tampoco el callejero en el obelisco de Buenos Aires, capricho político peligroso cuando la costanera ofrece múltiples opciones mucho más seguras para el entorno y la gente.

Como apasionado de toda la vida, estoy en medio de fuerzas en pugna: Por una parte, comienzo a atreverme a soñar… veo a nuestros pilotos en los primeros planos del automovilismo mundial, haciendo gala de las virtudes que les permiten sobresalir del resto. Por la contracara, me frustra que sea la política en sus diversas manifestaciones la que toma las decisiones que le permiten los manejos de fondos… por razones egoístas. No se camina detrás de lo mejor para la gente, en este caso de los apasionados por un deporte, sino que se persiguen objetivos políticamente egoístas. No se hace lo realmente mejor y más seguro, sino lo que deriva en rédito político para los que detentan transitoriamente el poder. Eso, a largo plazo, es otra forma de incinerar los sueños.

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