domingo, 30 de marzo de 2014

La máxima necesita “aire… y nafta”

Medio siglo siguiendo a la Fórmula Uno me permite recordar muchas cosas. Entre ellas, varios errores y diversas formas de corregirlos. A dos carreras, y superando problemas tecnológicos, este año pienso que metieron la pata: habiendo buscado la excelencia en diversos aspectos, con la limitación en el combustible se llevaron puesto el espíritu de la categoría, la competencia en su máxima expresión.

Ver autos en condiciones de pelear puestos de vanguardia quedándose en fila india habiendo probado ser más rápidos que sus predecesores, es realmente una pena… un despropósito.
La limitación de combustible en sus dos aspectos, caudal máximo por hora y litraje total, ha demostrado ser el desatino más grande de esta temporada. Puede gustar o no el sonido de los motores, pero todo quedaría en el olvido si hubiese pelea en pista. Realmente, hoy solo recuerdo una maniobra que merece esa denominación, con el sobrepaso final de Alonso para quedarse con el puesto que tenía Hulkemberg. El resto ha parecido pobrísimo, chato, aburrido… y si se tiene en cuenta el circuito y que se pudo correr casi sin lluvia, plantea un año que de mantenerse así las cosas, será probablemente el más aburrido que se recuerde.

Cuando el único condimento posible de una carrera son los abandonos por roturas, y está tan claramente marcado el rendimiento de las dos o tres marcas de punta, es todo tan previsible que apenas cabe preguntarse el orden de cada piloto por marca. De mantenerse esto así, en los cuatro primeros puestos habrá uno o dos mercedes, un RBR y una Ferrari con la eventual aparición de algún “colado”…

Vuelvo a la esencia del concepto: liberar o casi el consumo, permitirá que al menos afloren las prestaciones puras del conjunto motor, y nos devolverá la lucha.

Si las gomas (este año más resistentes) no son un limitante, y los equipos encuentran fiabilidad en los autos, iremos teniendo cada vez mejor nivel… siempre que haya pelea por los puestos. Sin duda, el oxígeno que necesita la categoría, va de la mano con la nafta.

martes, 25 de marzo de 2014

Al romano pan y circo: Automovilismo siglo XXI



Análisis y propuestas de cambio. 

El automovilismo deportivo argentino se desenvuelve cada vez más entre dicotomías, intereses económicos, y la pérdida progresiva del espíritu deportivo bajo gestiones marketineras en busca del rédito rápido... o en términos televisivos, del minuto a minuto.

La proliferación de pibes-pilotos-billetera, va restando espacios muchas veces a consagrados con virtudes conductivas y personales absolutamente innegables, al punto de llegar a dudarse en los equipos al momento de las contrataciones anuales, sobre la conveniencia de asegurar resultados con consagrados o jugar a la  ruleta con pibes fuertes, ásperos, e incluso potencialmente peligrosos.
Pero la cosa no pasa solo por allí, no es nueva, y muestra en parte un fenómeno cada vez más presente: el desprecio por la capacidad y la experiencia, y la sobrevaloración de la inconsciencia característica de la inmadurez. En nuestro país, el nacimiento de una generación de “pilotos espectáculo” sin importar el modo, intenta y muchas veces logra sacar de pista a talentosos que además de su talento tienen códigos. Códigos que se expresan en pista, pero basados en el respeto por la vida.

El regreso al Súper TC2000 de Norberto Fontana este pasado fin de semana, mostrando todo lo que un gran piloto y una excelente persona puede darle a una categoría cuando dispone de un buen medio mecánico (aunque no sea el más rápido) me llevó a meditar profundamente en lo que sucede en nuestro país, y también en otros: A la hora de elegir, ya no importa tener al más talentoso, sino que en la balanza se ponen la edad (inversamente proporcional al precio), la espectacularidad (aunque sea ganada en accidentes fruto de la agresión y el descontrol), y el márketing…

Este cóctel, de la mano de dirigencias que intentan acercar el público de cualquier manera, perdiendo en el proceso a los fieles seguidores de la actividad hastiados del pan y circo reinantes, está envenenando al deporte motor.

Si un piloto mediocre logra mucha pantalla mediante accidentes y fuertes declaraciones y/o confrontaciones verbales con ídolos, se asegura esponsoreos y por ende ocupa espacios que realmente pueden no ser acordes con su capacidad conductiva. 
Si un padre tiene suficiente dinero, el hijo puede acceder a un auto en una categoría “TOP”, ya no por capacidad, sino simplemente por billetera o relaciones... y ni hablar de los logros facilitados por dirigentes nepóticos.
En este contexto vemos que las categorías (traduzco, empresas), a través de sus directores (otrora incluso pilotos, hoy operadores marketineros condicionados por lo extradeportivo), cometen despropósito tras despropósito, para intentar transformar “su negocio” en un equivalente al circo romano. Siguen a mi entender a rajatabla un principio publicitario: “No importa lo que digan, lo importante es que hablen”.
Lo que no se entiende, es que luego se enojen cuando pilotos, periodistas y aficionados les critican fuertemente errores que van de contramano con principios de los que no deberían alejarse jamás.

Escuchaba en UV las declaraciones de un piloto que respeto y al que le tengo cariño por su profesionalismo y calidad humana: el “pato” Silva. En un momento, comentando sobre las decisiones de la categoría, y la interpretación que se hace de lo que le gusta al público y por ende se busca y se tiene como parámetro, dijo más o menos “que la gente quiere ver desparramos e incluso accidentes…” no quiero desdibujar la frase que no es absolutamente literal pues no lo grabé, sino recuperar el espíritu de lo que sentí que expresaba el pato como un profesional que hace aquello para lo que lo contratan, teniendo en claro las reglas del medio en que se desempeña. (Sentí además al verlo, que lo suyo fue una especie de aceptación bajo protesta, pero a medida que pasa el tiempo, cada vez más desesperanzada).
Hoy las dirigencias ya no mantienen en alto los valores primordiales del deporte motor. Solo buscan caja. Si para ello hay que usar neumáticos peligrosos en circuitos que no están bien, y permitir el acceso de pilotos inexpertos… simplemente se hace. Si hay desparramos, bienvenido. Si hay grandes accidentes “estuvo todo bien”. Si hay incluso pérdidas de vidas, no se admite que las cosas se salieron de control, y aparecen frases como “los pilotos saben que este es un deporte de riesgo”… y la siempre salvadora palabra: fatalidad.
Puede haber gente insana que disfrute con un espectáculo que genera heridos o muertos. Me preocupa la mayoría sana. Las cosas se están dirigiendo, ya no a una sociedad avanzada y educada… se recurre de manera barata, a los más bajos instintos… y se justifica cualquier cosa en pos del “espectáculo”.

Llevar las cosas intencionalmente a un límite “borderline” con los problemas evitables para generar imágenes espectaculares, no es ni más ni menos que trasladarnos dos milenos atrás: al romano pan y circo, con sangre, utilizando gladiadores (hoy modernos pilotos), y dándole a la gente no algo para que crezca y disfrute sanamente, sino simplemente para mantenerla adormecida y sobresaltarla por momentos con descargas de adrenalina.

Pero llegué a estas líneas a partir del regreso del “Gigante” Fontana… justamente porque expresa el más delicado equilibrio de lo que se puede hacer con mucho talento, códigos claros… y experiencia que solo aporta la edad: Norberto demostró una vez más que “se puede”.
Si por los fanáticos fuese, con la escasa veintena de pilotos de primer nivel corriendo en las categorías “TOP”, estaría asegurada la asistencia a los autódromos, así como la audiencia televisiva. Es incomprensible que la dirigencia no acepte que si se respeta la trayectoria y los laureles, lo que se haga con estos pilotos, es el único seguro de éxito. En lugar de ello, el relleno con pibes es “reforzado” con figuras de renombre, ya no solo en las máximas, sino como medio para tratar de oxigenar categorías menores que por sí mismas no son atractivas. El contrasentido implícito: los “grandes” son como el último recurso para “salvar” los errores, mientras se los irrespeta desde múltiples espacios… llamarlos viejos es lo más suave, mientras que se les pide que se corran para “dejar espacio” a las nuevas generaciones. Recuerdo por ejemplo a Marquitos ganando espacios a fuerza ya no de habilidad con las manos, sino con la lengua.

Y como si esto fuese poco, para sustentar decisiones dirigenciales incomprensibles, el periodista deportivo de raza, inquisidor y analítico, ha sido lentamente desplazado por simples voceros del relato oficial, de manera más o menos evidente. Los voceros “oficialistas” por decirlo de alguna manera, felicitan sin reparos el “profesionalismo” de pilotos que salen a correr (por ejemplo en el TC) bajo condiciones de pista peligrosísimas bajo la lluvia en una pista con charcos, dejando de lado las opiniones de pilotos experimentados que proponen postergar, demorar y otras soluciones más seguras… pero que no coinciden con el todopoderoso horario de las transmisiones de aire en vivo.
Manda realmente el único rey: poderoso señor es don dinero, y todo lo demás es secundario.

Categorías nacidas bajo el paraguas del capricho, la conveniencia o el “porque puedo” con autos y/o motores de reglamentos anteriores… y hasta para hacer espacio a algún hijo inhabilitado en otra similar, marcan que en realidad, a pocos importa si comparado con el automovilismo de hace dos décadas, mucho más cercano a la gente, a los autos reales, a los pilotos y preparadores artesanales, esta realidad “engordada” en cantidad, nos lleva al automovilismo “parripollo - video club”: La sobreoferta en busca de réditos económicos de algunos pocos, termina atentando contra el bien de la mayoría. La quiebra de múltiples sistemas que no son sustentables, es inevitable si no prima la razón, la autolimitación de cantidades, y criterios mucho más estrictos para que un piloto ascienda y permanezca en categorías TOP.

Pistas supernumerarias que en su mayoría no cumplen las mínimas normas de seguridad o sin mantenimiento, conviviendo con circuitos callejeros imposibles que condenan a la rotura y pésimos espectáculos bajo la excusa del “magno marco”… más “Coliseos” sin esencia, impulsados por acuerdos políticos y no en beneficio del deporte o el espectáculo.
Hasta hemos visto autos corriendo en primera dentro de un estadio, con tandas separadas durante horas por recitales de cantantes… Llevado hasta el ridículo, solo les falta poner autos en el escenario del Teatro Colón… si es por excusas, seguro que se les ocurrirá algo. Total, “lo importante es que hablen, no importa lo que digan”.

El ejemplo de este fin de semana en Rafaela tiene varias lecturas.  Aporto la mía.
Peón se quejó de las críticas recibidas por no usar un neumático duro, elegido previamente para este escenario, y que aseguraba un ritmo mayor sin peligro de roturas.
También le molestaron las críticas por el estado del escenario, que no estaba en las mejores condiciones, cosa que se sabía.
Otra ridiculez de implementación no comprensible, fueron las penalizaciones de hasta dieciséis puestos en función del fin del campeonato anterior, que seguirá si lo mantienen sin cambios, el resto del año. Demasiados puestos si se quiere realmente ver lucha en la punta, y con un problema técnico-matemático a resolver: Supongamos para hacerlo corto, que solo penalizan cuatro autos por reglamento, y que justamente clasificasen en los cuatro primeros puestos (muy lógico y posible como ejemplo).
Si el primero penaliza cuatro posiciones, el segundo tres, el tercero dos, y el cuarto una… ¿cómo se ordenan en una grilla? Uno más cuatro, cinco; dos más tres, cinco; tres más dos, cinco; cuatro más una cinco… todos deberían ir a la misma posición: la quinta. Este mal planteo matemático de un sistema que en realidad no sirve, hace que a veces se adopte directamente la inversión de la grilla… puede ser válido o no, pero el criterio adoptado esta vez por el STC2000 hace agua, ya sea en la implementación, o en la fórmula matemática que expresa el concepto.

Lo bueno de Rafaela:
Ver autos muy rápidos, y la habilidad de algunos que como Norberto, supieron interpretar y leer, no solo la realidad de sus autos, sino la del circuito.
Norberto pudo y necesitó, para compensar la aerodinamia de los Peugeot, ir a fondo en el curvón, mientras otros en posturas más conservadoras lo evitaban.
Supo leer en el momento adecuado, final de la carrera, la realidad de su auto, mejor que Girolami, que con un auto inalcanzable, confundió sensaciones y no pudo recuperar lo que había perdido. A gusto del lector está interpretar que Norberto arriesgó (contra indicaciones conservadoras de su equipo), o Girolami aflojó (ante un equipo que lo mandó “por radio abierta” a todo o nada).
Ser el mejor, es mucho más que manejar rápido y ser agresivo… es interpretar cada momento de la carrera, del auto y de las propias capacidades, para hacer (como decía Fangio) lo más importante: terminar primero en la última vuelta.

Con gomas más duras, la carrera pudo ser otra… como en la anterior experiencia en el óvalo. De hecho, con ensayos previos sobre la goma nueva elegida para ese escenario, pudimos haber tenido algo que realmente hubiese sido elevar la vara. Peón, usted mira mal la realidad: Elevar la vara no es poner neumáticos que impiden o dificultan ir a fondo. Es hacer que los autos puedan ir al máximo régimen sin peligros adicionales a la velocidad en sí misma. Es hacer que los mejores se destaquen sobre el resto en base a habilidad de pilotos e ingenieros y brindando un espectáculo pleno.
Andar cuidando, escuchar a los pilotos del equipo Peugeot diciendo que venían cuidando y pidiendo “órdenes de equipo” para que sus “hermanitos” no los pasen, es una vergüenza. Puede que pase seguido, pero la goma más segura hubiese evitado maniobras especulativas y generado más espectáculo.

¿Quién ganó?
Norberto Fontana como piloto que puso absolutamente todo y un poco más.
El público que pudo disfrutar ver a sus ídolos en autos alcanzando regímenes casi máximos, cosa que no sucede habitualmente.

¿Qué se perdió y por qué?
La presencia de pilotos inexpertos generó toques evitables que sacaron de la pelea a consagrados impecables.
El uso de la goma blanda limitó el espectáculo y sacó de la pelea a un equipo, condicionando por igual a todos.

¿Qué se puede hacer por este automovilismo?

Hay varias cosas que cambiaría. Algunas tienen que ver con ser más estrictos, otras con alejarse de cosas nocivas, y un tema fundamental: la estimulación por puntaje para que pelear un puesto tenga sentido, al menos en la punta.

Terminar con las monomarcas-monomotor, y volver a una lógica mínima de dos motores por categoría, dejando también atrás las producciones homogéneas de estructuras y partes.
Generaría un estándar de gomas seguras, que permitan terminar las carreras sin peligro de roturas. Si quieren un espectáculo de cambios, que sea por reglamento y obligación, no por probabilidad de accidentes.
Limitaría el acceso de pilotos nuevos a las 3 categorías más potentes o principales argentinas, y solo permitiría el “ascenso” al campeón de la inmediata inferior. Uno por año, y condicionado también a no superar parques de más de 25 o 30 autos por categoría.
Implementaría el descenso para quienes a pesar de los años de experiencia cometan errores graves o muestren inconductas de consecuencias peligrosas.
Marcaría un escalonamiento de penalidades con suspensiones en todas las categorías de manera simultánea, bajando a un piloto por un mes, tres, seis o un año. Esto de manera consecutiva y acumulable cuando en un mismo año se repitan las inconductas.
Penalizaría “correr para atrás”,  es decir utilizar la técnica de frenar en las curvas para obligar a quienes vienen en pugna por el puesto, a levantar y además tener que defenderse de quienes los persiguen. El frenar ilegítimamente en curva debería ser penalizado con una escala: primera vez, advertencia, segunda, pase y siga, tercera, exclusión. Esto generaría una lucha abierta y honesta por la punta y puestos de vanguardia, terminaría con los interminables y aburridos trencitos, y daría lo que la gente quiere ver: maniobras al límite, y puestos ganados en buena ley.
Limitaría las transmisiones de aire en vivo solo a estas tres mayores y al TN. La realidad es que la mayoría pasa por alto las monomarca, y el fenómeno del encendido solo para las finales marca una tendencia innegable. El cable y diversificar horarios, es la opción para tanta oferta de limitados destinatarios. No se puede forzar a elegir lo que no gusta. Las categorías de relleno no tienen audiencia. Simple. No se logrará artificialmente. El prepo no funciona, hay que conquistar.
Crearía un nuevo comisariato deportivo, que cumpla a rajatabla un reglamento de aplicación homogénea en todas las categorías nacionales. Colocaría en funciones a pilotos mayores, experimentados y responsables, que gocen del respeto popular y no sean sospechados de parcialidad alguna.
Eliminaría del calendario a todos los callejeros (única excepción cuando dentro de un radio de 500 km no hay autódromos habilitados), y haría un programa de calificación y certificación por parte de la CDA de los mejores circuitos. La idea es que en un futuro cercano, se vayan agregando solo los mejores. Antipático para los demás… si, pero seguro y que puede garantizar mejores carreras. La calificación, determinación de reformas, y aceptación de nuevos circuitos, debe estar supeditada a un grupo de pilotos muy calificados, campeones, con experiencia en múltiples categorías, si se puede también con experiencia internacional. Adolecemos de una superabundancia de circuitos que atentan contra el espectáculo y la seguridad.

Y no se puede olvidar un elemento vital: la lucha por la punta.
Si se acepta un máximo de 25 a 30 autos por categoría TOP, la idea central es que reciban puntos solo los del primer tercio. Y que además, la diferencia puesto a puesto no sea lineal sino cuadrática, logarítmica o con alguna escala que implique un valor intrínseco muy alto para la pérdida de cada puesto.
Por otra parte, quedarse afuera del tercio puntable, alentaría una lucha mucho más dura por estar adentro.

Ejemplo:

1º 43
2º 34
3º 26
4º 19
5º 13
6º 8
7º 4
8º 1

Fórmulas hay muchas, pero la idea es clara. Vale la pena pelear por la punta con todo, y sin especular.
Y si les gusta la variación final estilo Play Off, podría cambiarse la escala a fin de año para varias carreras por otra relación, con este concepto: Posibilitar que mejorar a fin de año, permita recuperar puntos perdidos, pero en igualdad de condiciones para todos.

1º 60
2º 49
3º 39
4º 28
5º 20
6º 13
7º 5
8º 1


Ideas hay muchas, pero penalizar con lastres o puestos, no es justo cuando las categorías son tan parejas. Generar una lucha mayor por la punta, mantendrá probablemente a una docena de pilotos, la mitad aproximada del parque, con posibilidades de campeonar. Esto es matemático, si se quiere una manipulación estadística, pero no artificial.