Al
romano pan y circo: Automovilismo siglo XXI
Análisis
y propuestas de cambio.
El automovilismo
deportivo argentino se desenvuelve cada vez más entre dicotomías, intereses
económicos, y la pérdida progresiva del espíritu deportivo bajo gestiones
marketineras en busca del rédito rápido... o en términos televisivos, del
minuto a minuto.
La proliferación de
pibes-pilotos-billetera, va restando espacios muchas veces a consagrados con
virtudes conductivas y personales absolutamente innegables, al punto de llegar
a dudarse en los equipos al momento de las contrataciones anuales, sobre la
conveniencia de asegurar resultados con consagrados o jugar a la ruleta con pibes fuertes, ásperos, e incluso potencialmente peligrosos.
Pero la cosa no
pasa solo por allí, no es nueva, y muestra en parte un fenómeno cada vez más
presente: el desprecio por la capacidad y la experiencia, y la sobrevaloración
de la inconsciencia característica de la inmadurez. En nuestro país, el
nacimiento de una generación de “pilotos espectáculo” sin importar el modo,
intenta y muchas veces logra sacar de pista a talentosos que además de su
talento tienen códigos. Códigos que se expresan en pista, pero basados en el
respeto por la vida.
El regreso al Súper
TC2000 de Norberto Fontana este pasado fin de semana, mostrando todo lo que un
gran piloto y una excelente persona puede darle a una categoría cuando dispone
de un buen medio mecánico (aunque no sea el más rápido) me llevó a meditar
profundamente en lo que sucede en nuestro país, y también en otros: A la hora
de elegir, ya no importa tener al más talentoso, sino que en la balanza se
ponen la edad (inversamente proporcional al precio), la espectacularidad
(aunque sea ganada en accidentes fruto de la agresión y el descontrol), y el
márketing…
Este cóctel, de la
mano de dirigencias que intentan acercar el público de cualquier manera,
perdiendo en el proceso a los fieles seguidores de la actividad hastiados del
pan y circo reinantes, está envenenando al deporte motor.
Si un piloto
mediocre logra mucha pantalla mediante accidentes y fuertes declaraciones y/o
confrontaciones verbales con ídolos, se asegura esponsoreos y por ende ocupa
espacios que realmente pueden no ser acordes con su capacidad conductiva.
Si un padre tiene
suficiente dinero, el hijo puede acceder a un auto en una categoría “TOP”, ya no por
capacidad, sino simplemente por billetera o relaciones... y ni hablar de los
logros facilitados por dirigentes nepóticos.
En este contexto
vemos que las categorías (traduzco, empresas), a través de sus directores
(otrora incluso pilotos, hoy operadores marketineros condicionados por lo extradeportivo),
cometen despropósito tras despropósito, para intentar transformar “su negocio”
en un equivalente al circo romano. Siguen a mi entender a rajatabla un principio
publicitario: “No importa lo que digan, lo importante es que hablen”.
Lo que no se
entiende, es que luego se enojen cuando pilotos, periodistas y aficionados les
critican fuertemente errores que van de contramano con principios de los que no
deberían alejarse jamás.
Escuchaba en UV las
declaraciones de un piloto que respeto y al que le tengo cariño por su
profesionalismo y calidad humana: el “pato” Silva. En un momento, comentando sobre las
decisiones de la categoría, y la interpretación que se hace de lo que le gusta
al público y por ende se busca y se tiene como parámetro, dijo más o menos “que la gente quiere ver desparramos e
incluso accidentes…” no quiero desdibujar la frase que no es absolutamente
literal pues no lo grabé, sino recuperar el espíritu de lo que sentí que
expresaba el pato como un profesional que hace aquello para lo que lo
contratan, teniendo en claro las reglas del medio en que se desempeña. (Sentí
además al verlo, que lo suyo fue una especie de aceptación bajo protesta, pero
a medida que pasa el tiempo, cada vez más desesperanzada).
Hoy las dirigencias
ya no mantienen en alto los valores primordiales del deporte motor. Solo buscan
caja. Si para ello hay que usar neumáticos peligrosos en circuitos que no están
bien, y permitir el acceso de pilotos inexpertos… simplemente se hace. Si hay
desparramos, bienvenido. Si hay grandes accidentes “estuvo todo bien”. Si hay
incluso pérdidas de vidas, no se admite que las cosas se salieron de control, y
aparecen frases como “los pilotos saben que este es un deporte de riesgo”… y la
siempre salvadora palabra: fatalidad.
Puede haber gente
insana que disfrute con un espectáculo que genera heridos o muertos. Me
preocupa la mayoría sana. Las cosas se están dirigiendo, ya no a una sociedad
avanzada y educada… se recurre de manera barata, a los más bajos instintos… y
se justifica cualquier cosa en pos del “espectáculo”.
Llevar las cosas
intencionalmente a un límite “borderline” con los problemas evitables para
generar imágenes espectaculares, no es ni más ni menos que trasladarnos dos
milenos atrás: al romano pan y circo, con sangre, utilizando gladiadores (hoy
modernos pilotos), y dándole a la gente no algo para que crezca y disfrute
sanamente, sino simplemente para mantenerla adormecida y sobresaltarla por
momentos con descargas de adrenalina.
Pero llegué a estas
líneas a partir del regreso del “Gigante” Fontana… justamente porque expresa el
más delicado equilibrio de lo que se puede hacer con mucho talento, códigos
claros… y experiencia que solo aporta la edad: Norberto demostró una vez más que
“se puede”.
Si por los
fanáticos fuese, con la escasa veintena de pilotos de primer nivel corriendo en
las categorías “TOP”, estaría asegurada la asistencia a los autódromos, así
como la audiencia televisiva. Es incomprensible que la dirigencia no acepte que
si se respeta la trayectoria y los laureles, lo que se haga con estos pilotos,
es el único seguro de éxito. En lugar de ello, el relleno con pibes es “reforzado”
con figuras de renombre, ya no solo en las máximas, sino como medio para tratar
de oxigenar categorías menores que por sí mismas no son atractivas. El
contrasentido implícito: los “grandes” son como el último recurso para “salvar”
los errores, mientras se los irrespeta desde múltiples espacios… llamarlos viejos
es lo más suave, mientras que se les pide que se corran para “dejar espacio” a
las nuevas generaciones. Recuerdo por ejemplo a Marquitos ganando espacios a
fuerza ya no de habilidad con las manos, sino con la lengua.
Y como si esto
fuese poco, para sustentar decisiones dirigenciales incomprensibles, el
periodista deportivo de raza, inquisidor y analítico, ha sido lentamente
desplazado por simples voceros del relato oficial, de manera más o menos
evidente. Los voceros “oficialistas” por decirlo de alguna manera, felicitan
sin reparos el “profesionalismo” de pilotos que salen a correr (por ejemplo en
el TC) bajo condiciones de pista peligrosísimas bajo la lluvia en una pista con
charcos, dejando de lado las opiniones de pilotos experimentados que proponen
postergar, demorar y otras soluciones más seguras… pero que no coinciden con el
todopoderoso horario de las transmisiones de aire en vivo.
Manda realmente el
único rey: poderoso señor es don dinero, y todo lo demás es secundario.
Categorías nacidas
bajo el paraguas del capricho, la conveniencia o el “porque puedo” con autos y/o
motores de reglamentos anteriores… y hasta para hacer espacio a algún hijo
inhabilitado en otra similar, marcan que en realidad, a pocos importa si
comparado con el automovilismo de hace dos décadas, mucho más cercano a la
gente, a los autos reales, a los pilotos y preparadores artesanales, esta
realidad “engordada” en cantidad, nos lleva al automovilismo “parripollo - video
club”: La sobreoferta en busca de réditos económicos de algunos pocos, termina
atentando contra el bien de la mayoría. La quiebra de múltiples sistemas que no
son sustentables, es inevitable si no prima la razón, la autolimitación de
cantidades, y criterios mucho más estrictos para que un piloto ascienda y
permanezca en categorías TOP.
Pistas
supernumerarias que en su mayoría no cumplen las mínimas normas de seguridad o
sin mantenimiento, conviviendo con circuitos callejeros imposibles que condenan
a la rotura y pésimos espectáculos bajo la excusa del “magno marco”… más “Coliseos”
sin esencia, impulsados por acuerdos políticos y no en beneficio del deporte o
el espectáculo.
Hasta hemos visto
autos corriendo en primera dentro de un estadio, con tandas separadas durante
horas por recitales de cantantes… Llevado hasta el ridículo, solo les falta
poner autos en el escenario del Teatro Colón… si es por excusas, seguro que se
les ocurrirá algo. Total, “lo importante es que hablen, no importa lo que digan”.
El ejemplo de este
fin de semana en Rafaela tiene varias lecturas.
Aporto la mía.
Peón se quejó de las
críticas recibidas por no usar un neumático duro, elegido previamente para este
escenario, y que aseguraba un ritmo mayor sin peligro de roturas.
También le
molestaron las críticas por el estado del escenario, que no estaba en las
mejores condiciones, cosa que se sabía.
Otra ridiculez de
implementación no comprensible, fueron las penalizaciones de hasta dieciséis puestos
en función del fin del campeonato anterior, que seguirá si lo mantienen sin
cambios, el resto del año. Demasiados puestos si se quiere realmente ver lucha
en la punta, y con un problema técnico-matemático a resolver: Supongamos para
hacerlo corto, que solo penalizan cuatro autos por reglamento, y que justamente
clasificasen en los cuatro primeros puestos (muy lógico y posible como
ejemplo).
Si el primero
penaliza cuatro posiciones, el segundo tres, el tercero dos, y el cuarto una… ¿cómo
se ordenan en una grilla? Uno más cuatro, cinco; dos más tres, cinco; tres más
dos, cinco; cuatro más una cinco… todos deberían ir a la misma posición: la
quinta. Este mal planteo matemático de un sistema que en realidad no sirve,
hace que a veces se adopte directamente la inversión de la grilla… puede ser
válido o no, pero el criterio adoptado esta vez por el STC2000 hace agua, ya
sea en la implementación, o en la fórmula matemática que expresa el concepto.
Lo bueno de
Rafaela:
Ver autos muy
rápidos, y la habilidad de algunos que como Norberto, supieron interpretar y
leer, no solo la realidad de sus autos, sino la del circuito.
Norberto pudo y
necesitó, para compensar la aerodinamia de los Peugeot, ir a fondo en el
curvón, mientras otros en posturas más conservadoras lo evitaban.
Supo leer en el
momento adecuado, final de la carrera, la realidad de su auto, mejor que
Girolami, que con un auto inalcanzable, confundió sensaciones y no pudo
recuperar lo que había perdido. A gusto del lector está interpretar que
Norberto arriesgó (contra indicaciones conservadoras de su equipo), o Girolami
aflojó (ante un equipo que lo mandó “por radio abierta” a todo o nada).
Ser el mejor, es
mucho más que manejar rápido y ser agresivo… es interpretar cada momento de la
carrera, del auto y de las propias capacidades, para hacer (como decía Fangio)
lo más importante: terminar primero en la última vuelta.
Con gomas más
duras, la carrera pudo ser otra… como en la anterior experiencia en el óvalo. De
hecho, con ensayos previos sobre la goma nueva elegida para ese escenario,
pudimos haber tenido algo que realmente hubiese sido elevar la vara. Peón,
usted mira mal la realidad: Elevar la vara no es poner neumáticos que impiden o
dificultan ir a fondo. Es hacer que los autos puedan ir al máximo régimen sin
peligros adicionales a la velocidad en sí misma. Es hacer que los mejores se
destaquen sobre el resto en base a habilidad de pilotos e ingenieros y
brindando un espectáculo pleno.
Andar cuidando,
escuchar a los pilotos del equipo Peugeot diciendo que venían cuidando y
pidiendo “órdenes de equipo” para que sus “hermanitos” no los pasen, es una vergüenza.
Puede que pase seguido, pero la goma más segura hubiese evitado maniobras
especulativas y generado más espectáculo.
¿Quién ganó?
Norberto Fontana
como piloto que puso absolutamente todo y un poco más.
El público que pudo
disfrutar ver a sus ídolos en autos alcanzando regímenes casi máximos, cosa que
no sucede habitualmente.
¿Qué se perdió y
por qué?
La presencia de
pilotos inexpertos generó toques evitables que sacaron de la pelea a
consagrados impecables.
El uso de la goma
blanda limitó el espectáculo y sacó de la pelea a un equipo, condicionando por
igual a todos.
¿Qué se puede hacer
por este automovilismo?
Hay varias cosas
que cambiaría. Algunas tienen que ver con ser más estrictos, otras con alejarse
de cosas nocivas, y un tema fundamental: la estimulación por puntaje para que
pelear un puesto tenga sentido, al menos en la punta.
Terminar con las
monomarcas-monomotor, y volver a una lógica mínima de dos motores por
categoría, dejando también atrás las producciones homogéneas de estructuras y
partes.
Generaría un
estándar de gomas seguras, que permitan terminar las carreras sin peligro de
roturas. Si quieren un espectáculo de cambios, que sea por reglamento y
obligación, no por probabilidad de accidentes.
Limitaría el acceso
de pilotos nuevos a las 3 categorías más potentes o principales argentinas, y
solo permitiría el “ascenso” al campeón de la inmediata inferior. Uno por año,
y condicionado también a no superar parques de más de 25 o 30 autos por
categoría.
Implementaría el
descenso para quienes a pesar de los años de experiencia cometan errores graves
o muestren inconductas de consecuencias peligrosas.
Marcaría un
escalonamiento de penalidades con suspensiones en todas las categorías de
manera simultánea, bajando a un piloto por un mes, tres, seis o un año. Esto de
manera consecutiva y acumulable cuando en un mismo año se repitan las
inconductas.
Penalizaría “correr
para atrás”, es decir utilizar la
técnica de frenar en las curvas para obligar a quienes vienen en pugna por el
puesto, a levantar y además tener que defenderse de quienes los persiguen. El
frenar ilegítimamente en curva debería ser penalizado con una escala: primera
vez, advertencia, segunda, pase y siga, tercera, exclusión. Esto generaría una
lucha abierta y honesta por la punta y puestos de vanguardia, terminaría con
los interminables y aburridos trencitos, y daría lo que la gente quiere ver:
maniobras al límite, y puestos ganados en buena ley.
Limitaría las
transmisiones de aire en vivo solo a estas tres mayores y al TN. La realidad es
que la mayoría pasa por alto las monomarca, y el fenómeno del encendido solo para
las finales marca una tendencia innegable. El cable y diversificar horarios, es
la opción para tanta oferta de limitados destinatarios. No se puede forzar a
elegir lo que no gusta. Las categorías de relleno no tienen audiencia. Simple.
No se logrará artificialmente. El prepo no funciona, hay que conquistar.
Crearía un nuevo
comisariato deportivo, que cumpla a rajatabla un reglamento de aplicación
homogénea en todas las categorías nacionales. Colocaría en funciones a pilotos
mayores, experimentados y responsables, que gocen del respeto popular y no sean
sospechados de parcialidad alguna.
Eliminaría del
calendario a todos los callejeros (única excepción cuando dentro de un radio de
500 km no hay autódromos habilitados), y haría un programa de calificación y
certificación por parte de la CDA de los mejores circuitos. La idea es que en
un futuro cercano, se vayan agregando solo los mejores. Antipático para los
demás… si, pero seguro y que puede garantizar mejores carreras. La
calificación, determinación de reformas, y aceptación de nuevos circuitos, debe
estar supeditada a un grupo de pilotos muy calificados, campeones, con
experiencia en múltiples categorías, si se puede también con experiencia
internacional. Adolecemos de una superabundancia de circuitos que atentan
contra el espectáculo y la seguridad.
Y no se puede olvidar
un elemento vital: la lucha por la punta.
Si se acepta un
máximo de 25 a 30 autos por categoría TOP, la idea central es que reciban puntos
solo los del primer tercio. Y que además, la diferencia puesto a puesto no sea
lineal sino cuadrática, logarítmica o con alguna escala que implique un valor
intrínseco muy alto para la pérdida de cada puesto.
Por otra parte,
quedarse afuera del tercio puntable, alentaría una lucha mucho más dura por
estar adentro.
Ejemplo:
1º 43
2º 34
3º 26
4º 19
5º 13
6º 8
7º 4
8º 1
Fórmulas hay
muchas, pero la idea es clara. Vale la pena pelear por la punta con todo, y sin
especular.
Y si les gusta la
variación final estilo Play Off, podría cambiarse la escala a fin de año para
varias carreras por otra relación, con este concepto: Posibilitar que mejorar a
fin de año, permita recuperar puntos perdidos, pero en igualdad de condiciones
para todos.
1º 60
2º 49
3º 39
4º 28
5º 20
6º 13
7º 5
8º 1
Ideas hay muchas,
pero penalizar con lastres o puestos, no es justo cuando las categorías son tan
parejas. Generar una lucha mayor por la punta, mantendrá probablemente a una
docena de pilotos, la mitad aproximada del parque, con posibilidades de
campeonar. Esto es matemático, si se quiere una manipulación estadística, pero
no artificial.
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